Date: 2023/10/10 23:33

Octubre 10, es una noche perfecta, hasta puedo reconocerme pensando como en años anteriores.
¿Cuánto habré cambiado con respecto a lo que estuve meditando en una noche tan lúcida parecida a ésta hace tres años, en este mismo lugar? Quizá lo mismo, con un poco más de entusiasmo, menos seriedad, más ingenuidad, idolatría a las estrellas, al firmamento, a las voces y sonidos remotos en el más allá de lo que puedo alcanzar a ver, el misterio al descubierto ahora, el frío que se disipa mientras voy imaginando que las sombras no esconden nada, ni miradas sigilosas, ni criaturas enigmáticas, ni sobresaltos por los cuales no podré dormir…
Cada año que transcurre y la sumatoria de estas mismas circunstancias hacen que me desengañe de mí mismo, voltee el rostro y despeje la duda de quien no existe al seguirme. Indudablemente todo formó parte de mi ideario existencial, esa sugestión nocturna que dio origen a entidades alrededor, las cuales fueron cediendo el paso a la nada, un desierto convencional tratando de convencerme a pesar de mi sensatez en que la oscuridad es solo una pintura rustica sobre el lienzo blanco plenamente conocido, ningún misterio para sentirme rodeado o elegido por una singular visión, el estereotipo de quien se sienta, respira hondo e imagina un mundo platónico cada vez más próximo y evidente pero también lamentablemente nulo, con nada oculto renaciendo en esa densa oscuridad, sin expresiones, sin rastros mitológicos, sin una corriente etérea para motivarme por medio de una sintaxis genuina.
Toda mención expresada tanto por el exceso de contemplar, fue solo por el placer de sentirme cada vez más conforme y satisfecho por lo que iba logrando con la cabeza centrada y las manos absolutamente capaces. Sin temor, ni dubitaciones, sin parsimonia, ni melancolía, sin dolor existencial por un dramatismo ya extinto en mí…, no tengo ahora otra salida más que desistir y mantenerme en mutismo, comportarme como cualquiera lo haría, sin aparentar extrañeza, sin imponer filosofías cotidianas, ni el trémulo acostumbrado por una tertulia ausente de interlocutores y ninguna asistencia remota.
El conjunto temerario de las sombras está disperso, la luz dilucida hasta el rincón más pequeño, no hay más espacio para dudar y especular, la imaginación por lo que se desconocía o no se sabía está firmemente sellada con tantos candados y cerrojos en un pueblo escondido, perdido en la memoria colectiva de quienes olvidaron. Adiós de él, me estoy oyendo partir, pensaré ahora en la solidez de las rejas, en la impenetrabilidad de las paredes, en el vértigo a las alturas a soportar cuando la incertidumbre amenace y el frío alrededor detenga el pulso y me congele de espanto frente a la propia imagen de la fatalidad y, en todo ese ruido caótico, angustiante y endemoniado de rostros grotescos, viles miradas, canes furiosos, grescas ante el calor sofocante, la imprudencia del hacer y deshacer de transeúntes, vehículos, maquinarias y seres como marcas registradas del fracaso y del espíritu nauseabundo en las calles de la gran ciudad, después de celebrar un día más de convencionalismos y consentimiento por lograr, todo lo insufrible que se pueda lograr a ser y lo menos único que este tiempo apenas esté dispuesto a tolerar.
Tal vez, ya no existan indecisiones, las cosas deberán ocurrir tarde o temprano, no es más necesario imponer la voluntad, mover un dedo, iniciar un recorrido, plantearse un cuestionamiento a partir de cosas y acciones paralizadas en intenciones soñadas, en mares sin oleajes rebeldes, aguas mansas para remar y observar que todo es ideal, el agua es diáfana, el sol mengua para no dañar a quien lo aprecie.
No sé si dejarme con las teorías en la mesa, las explicaciones lógicas y la manera de ser, un estilo, voz tenue y condescendencia, una armonía íntima, un gran consenso universal, sentirse bien, aceptar y punto, sin más a que una diatriba exponga el carácter, sin más a que una reacción emocional impregne de utopías otra vez esa noche de cuando era apenas un niño y me convertía en alguien joven, tratando de la forma que sea, intentar una explicación, unir dos piezas, completar una oración coherente, estructurar un pensamiento, construir con sobrantes y desperdicios un propio lugar perfecto y contemplar ante el claro de Luna, mi primera interrogante y también mi primera respuesta existencial, algo que todavía siento cuando veo y pienso en medio de este silencio nocturno.

Deja un comentario